apreder a perdonarse - vicente casaña

Hoy quiero hablar de un sentimiento con el que estoy trabajando mucho últimamente, para conmigo y con el otr@, la culpa. el simple hecho de nombrar la palabra ya tiene mucho peso, por eso cuando hablo sobre ella, me gusta y prefiero utilizar la palabra responsabilidad.

No sé si llamarla sensación, porque si la siento, la emoción que me provoca es tristeza, soledad, dolor… para mi todo nace de un juicio que hago sobre algo que ha sucedido y que creo que he obrado mal o que debería de haber actuado de otra manera, ¿pero que está bien y mal? ¿quien lo decide? de ahí, mi responsabilidad.

Tengo claro que tiene una función de aprendizaje para poder crecer, si no soy consciente de que algo puedo hacer mejor, no puedo aprender, pero… hay como un ancla adentro de culpabilidad, que a veces me impide ser totalmente auténtico, que juzga aquello que hago y que viene definido por unas creencias éticas, morales o sociales, ya sabéis, tod@s nacemos pecadores o culpables según algunas religiones, las cuales me manipulan y me impiden expresar o vivir con  autenticidad de lo que realmente me está ocurriendo, A partir de ahí viene el castigo, la constante auto-evaluación, los miedos y las dudas de no saber qué hacer, la parálisis, el no poder tomar decisiones, etc. además, como en una entrevista que le realizaron al señor Jorge Bucay una vez y, en la que le preguntaron sobre este tema, él respondió algo con lo que estoy totalmente de acuerdo “detrás de cada culpable hay una persona exigente”,  si pudiéramos bajar nuestra auto-exigencia bajaría también nuestro nivel de culpa.

Creo que hay mucha relación entre la culpa y las creencias que he ido adquiriendo y las que tengo en cada instante, y ahí es donde aparece mi responsabilidad, ¿que puedo hacer para no sentirme así?.

Una de las fórmulas que me he quedado para mí, es permitirme estar siempre actualizando mi sistema de creencias, hay algunas que suelto rápido y hay otras que me cuestan más de aceptar y que requieren de un proceso más consciente.

Una actividad que a mí me funciona, inspirada en un texto de Stephany Capetillo ( Y que tal si me perdono?) que apareció en mi vida hace algún tiempo, es la de dedicar un tiempo para mí, en un momento tranquilo, hacer una lista con las cosas que me gustaría perdonarme, encender una vela, sentarme cómodamente en silencio durante unos minutos, conectar con esa sensación y mirando la llama de la vela, ir leyendo cada afirmación, imaginando que mediante mis ojos, puedo enviarla al fuego para que se vaya…

Me atrevo a compartiros mi ultima lista por si os puede servir de ejemplo:

Me perdono por dejarme en último lugar infinidad de veces.

Me perdono por hacerme pedazos para completar a otr@s.

Me perdono por no llegar a ser lo que otr@s esperan de mi.

Me perdono por no tener tiempo para mi.

Me perdono por no hacerme caso y tropezar con el mismo obstáculo una y miles de veces.

Me perdono por poner mi salud como un pendiente y no como una prioridad.

Me perdono por haber hablado de más.

Me perdono por haberme callado.

Me perdono por confundir resignación con tolerancia.

Me perdono por mentirme.

Me perdono por no mirarme.

Me perdono por no tenerme paciencia ni constancia.

Me perdono por ser tan duro conmigo.

Me perdono por no permitirme muchas cosas.

Me perdono por castigarme.

Me perdono si con mis actos he causado daño a otr@s personas.

Me perdono por no pedir ayuda.

Me perdono por no llorar cuando lo siento.

Cuando creo que he terminado, me mantengo unos momentos más en silencio y me digo:

Me perdono, me acepto, aprendo y me libero.

Espero que os pueda servir de ayuda y me encantaría que me comentarais que tal la experiencia o vuestra opinión sobre la culpa.

Muchas gracias por leerme.

Nunca es tarde, SIEMPRE es AHORA.

Abrazos,

Vicente Casaña

Pin It on Pinterest

Share This