Erase una vez un niño muy tranquilo y bueno, no era nada revoltoso y hacia siempre lo que le decían, así obtenía el cariño de todos los que estaban a su alrededor, todo el mundo estaba muy contento con él, era responsable, educado, tímido, siempre con una sonrisa, se distraía con cualquier cosa, su juego favorito era pasarse las horas mirando por la ventana viendo a la gente pasar y preguntándose donde irían, quien eran, si estaban alegres o Iban con prisa…
Un día la familia fue a pasar el día al campo, allí jugando con las flores y curioso como era, se puso a investigar y andar hasta que de repente se dio cuenta que se había alejado demasiado… se asustó y empezó a llorar…al no obtener respuesta siguió andando y gritando con todas sus fuerzas…¡socorro! ¡ayuda! Solo el silencio como respuesta… exhausto vio un árbol gigantesco y se sentó a pensar que podía hacer. Después de todas las emociones vividas y de los llantos y gritos, se durmió apoyado en las raíces de aquel árbol.
De repente se despertó sobresaltado, el niño había perdido la noción del tiempo y casi no recordaba donde estaba… miró sus manos y eran manos de adulto, se asustó tanto que se puso de pie de un brinco y comprobó que todo su cuerpo había envejecido…¿cuánto tiempo llevaba durmiendo? ¿cómo era posible? ¿que iba a hacer ahora? Volvió a sentarse con lágrimas en los ojos y frustrado por la nueva situación, lamentándose y sin saber que hacer….
De repente, de entre la maleza apareció un niño, se le acercó lentamente, le acarició la cara y le dijo:
-Ven, no llores más, ahora por fin nos hemos encontrado, coge mi mano y vayámonos para casa.
Desde entonces ese niño que fui, me acompaña y me cuida, me hace reír y disfrutar de todas las cosas con la inocencia y la alegría de un niño… y me ocurre que cuando me olvido que está aquí, mi yo adulto tiene miedo, me siento perdido, apagado. Entonces le recuerdo y me siento el ser más completo del mundo.
Una de las cosas que le quiero transmitir a mi hijo es que nunca se olvide del niño que es Clic para tuitearAhora que soy padre, una de las cosas que le quiero transmitir a mi hijo es que nunca se olvide del niño que es, que lo tenga siempre presente, que le permita reír, probar, equivocarse, llorar, que su mirada siempre tenga ese brillo y esa sorpresa, esa emoción de cuando ves algo por primera vez, que lo coja fuerte de su mano y disfrute de cada regalo de la vida.
Nunca es tarde para ser niño, siempre es AHORA.
Ahora, me encantaría saber que opinas:
¿Cómo sería tu vida si tu niño interior estuviera siempre presente?
Muchísimas gracias por compartir tus pensamientos en los comentarios y por leerme.
Vicente Casaña
Hola Vicente,
Me encanta que hayas traído este tema. Precisamente estaba hace unos días sintiendo que había dejado de jugar y tomarme las cosas con diversión como cuando era una niña. Recuerdo que cuando era niña, no me preocupaba lo que las personas decían o si la casa estaba patas arriba o si había que barrer el patio. Es más, me encantaba jugar con las hojas del patio y con los charcos de agua, haciendo tortitas de barro. Pues si Vicente, quiero rescatar mi niña interior. Un abrazo, Gaby
Hola Gaby!!!
Déjame por favor dar la enhorabuena a esa niña que fuiste que sin duda alguna aún sigue estando dentro de ti. Y darle la enhorabuena a esta Gaby adulta dispuesta a dejar salir esa inocencia, alegría y sobretodo diversión para sentirla y vivirla ahora.
Muchas gracias por tu comentario!
Un abrazo gigante! 😀
La falta de tiempo por el trabajo y las obligaciones nos hace olvidarnos de la belleza de la vida, creemos que la madures está en dejar e ser niños, eso nos lleva a acartonar nuestro proceder, a ser rígidos, a no valorar las pequeñas cosas de la vida que te hacen sentir feliz, a ser intolerante. Pero hay que buscar en lo profundo al niño que aún vive en nosotros y que mantenemos escondido, ese niño que vive la vida como le viene en gana sin preocupaciones. Gracias por compartir Vicente Casaña.
Muchisimas gracias David!!
No sabes cuanto comprendo tus palabras y cuantas veces me he visto en esta espiral de vida de adulto, con todos sus deberías a cuestas… que bien que nos demos cuenta que no solo podemos ser rígidos, que podemos ser flexibles, que podemos disfrutar, que podemos reír…
Un abrazo de niño a niño!! 😉
Vicente,
Gracias por tu historia, emocionante rescatar nuestro niño interior, a veces con simplemente centrarnos en nuestra respiración somos capaces de volver a contactarlo en el aquí y ahora!
Hola José Luis!!!
Así es, hay muchas formas, la respiración es una de ellas, para mi la importancia no es la forma si no el tomar conciencia de que sigue existiendo en nosotros, en darle voz y espacio y como muy bien dices…contactarlo en el aquí y ahora!
Un abrazo inmenso y muchas gracias por tus comentarios!!! 😀
Sigo pensando que uno de los grandes males de nuestro “Hoy” es que los niños tienen mucha, demasiada prisa por ser adultos, por mi trabajo lo veo cada día y me entristece…con lo bonita que es la inocencia, la ilusión, la magia, querer creer, sorprenderse, imaginar, soñar…
Mi padre siempre me decía “no tengas prisa por vivir” y aunque entonces no lo entendía bien, hoy le doy todo el sentido del mundo.
Millones de gracias por abrirte así, por escribir de una manera tan cercana y por todo lo que estás haciendo ☺️
Gracias a ti Marga por poner tanta pasión en tu trabajo y acompañar a la nueva sociedad de una forma diferente y más auténtica. Te conozco y sé que también tienes muy presente tu niña y disfrutas de emocionarte, sorprenderte, imaginar, soñar, de la magia… gracias por vivir de esta manera.
Tu padre era muy sabio, y así eres tu, una niña sabia.
Un abrazo gigante!! 😀
Un placer haberte conocido Vicente. Intento conectar con mi niño interior y dejarlo salir de forma natural cuando lo necesito. Me va genial para sacar la alegría, diversión y ese riesgo que los adultos tanto tememos. Un fuerte abrazo